jueves, 1 de mayo de 2008

Jericho, de la CBS

Jericho, 2007-2008
Cadena CBS
Productores (Jon Turteltaub, Stephen Chbosky y Carol Barbee)

La mejor ciencia ficción audiovisual se produce en Estados Unidos. Este primer puesto en el ranking mundial no se produce sólo por la calidad y variedad de series y películas, sino por la existencia de un mercado amplio que consume y aprecia la ciencia ficción. Son innumerables las buenas series de ciencia ficción que se han producido en los últimos años (Heroes, Battlestar Galactica, Stargate, Stargate Atlantis, Andrómeda, Tierra 2, Babylon 5, Seaquest o Star Trek y hasta cierto punto, Perdidos).

El hecho de haber sido producidas en Estados Unidos hace que algunas de estas películas o series tengan una impronta netamente del país, no sólo en sus personajes, sino en los dilemas políticos o históricos planteados. A los seguidores de este tipo de historias no les resulta inaudito que los protagonistas sean estadounidenses o que, de vez en cuando, se haga algunas afirmaciones patrióticas. La mayoría de estas alusiones son leves y en pocas ocasiones se hacen tan extremas como para molestar al espectador no demasiado sensible (como sucede, por ejemplo, en la película Independence Day).

A esta conexión con el pensamiento norteamericano se une, en algunas ocasiones, ciertos planteamientos basados en pilares mucho más elementales, clásicos, muy relacionados con el origen de tradición republicana de los Estados Unidos. Esta similitud griega o romana se hace en ocasiones muy patente, como en Battlestar Galactica -donde los dioses citados son griegos-, o a veces las referencias clásicas son leves, más relacionados con los dilemas morales y juicios políticos realizados por los personajes.

En el caso de Jericho, esta relación con los planteamientos clásicos se hace en un nivel político muy básico, que era el preferido para los griegos. Jericho es una polis aislada, cortada del resto de la humanidad por un holocausto nuclear que ha eliminado a casi todas las principales ciudades de Estados Unidos. En este pequeño microcosmos, los dilemas planteados (por lo menos en la primera temporada) tienen más que ver con la democracia, la justicia, la autoriad, la legalidad de la venganza, la legitimidad de la fuerza del Estado, etc. Por supuesto que al final de la primera temporada y comienzo de la segunda se encuadran estas luchas dentro del contexto americano, pero los temas de fondo siguen siendo políticos, en un sentido clásico.

¿Puede un gobernante olvidarse de las opiniones del pueblo aunque éstas lleven a la destrucción de todos? ¿Debe la legalidad imponerse aunque implique consecuencias nefastas? ¿Hasta qué punto se puede defender una ciudad ante un ataque? Que es mejor, ¿dejarse vencer por el injusto para no romper las reglas o utilizar las mismas armas del injusto para sobrevivir?

El principal valor de la serie Jericho se encuentra en esta formulación de cuestiones profundas gracias a las interacción de los personajes. Como en la mejor ciencia ficción, cambiando algunos de los parámetros normales de una situación (en este caso, la normalidad del país), se deja evolucionar a los sujetos para examinar cómo se enfrentan al cambio en el sistema. En este caso, el cambio es fundamentalmente político (el Estado ha desaparecido), por lo que los dilemas son políticos.

Quizá la complejidad de lo que subyace debajo de la historia y la aparente simplicidad de la narración ha provocado que la serie no haya triunfado ni dentro ni fuera de Estados Unidos. En norteamérica la CBS canceló la segunda temporada y sólo la presión popular a través de
campañas por internet obligó al rodaje de otros siete episodios, tras los que ha anunciado de nuevo la retirada de la serie. En España la serie se emitió por Tele 5 y, tras varios resultados de audiencia desastrosos, la cadena decidió emitir los últimos capítulos de la temporada de un tirón, hasta altas horas de la madrugada.

A los estadounidenses no les gusta ver su país de rodillas ni al resto del mundo ver los problemas de un pequeño de Estados Unidos por la desaparición de su Estado. No gustará a la serie a aquellos que buscan en la ciencia ficción grandes espectáculos audiovisuales ni mundos artificiales. Jericho es política o sociedad ficción, pero en ella la tecnología es la que empleamos todos para ir al trabajo, los coches no vuelan sino que todavía emplean la gasolina y las familias son familias como las nuestras.

Jericho es una buena serie de ficción incomprendida, que plantea los "Y SI" que la buena ciencia ficción sabe preguntar. Julio Verne no estaba loco cuando escribía sobre un viaje a la luna o sobre un submarino nuclear. Verne no planteaba nada descabellado, sino se adelantaba en su tiempo y, a partir de lo ya existente, se preguntaba sobre las posibilidades del ser humano. Jericho parte de un dato descabellado (un ataque simultáneo a las grandes ciudades de Estados Unidos), pero, al fin y al cabo, refleja a distintos tipos de seres humanos intentando reaccionar como lo haríamos todos nosotros.